jueves, 5 de marzo de 2009


No sé por qué, pero creo que la madurez me sienta bien.

No sé por qué pienso que mi madurez ha comenzado a los 40 años, porque yo ya era madura desde mucho antes.

No sé por qué, pero es cierto eso que yo venía escuchando a otros sobre la serenidad, el saber darle a los problemas la dimensión que realmente tienen, no preocuparte por tonterías ni hacer un mundo de una gota de agua.

No sé por qué hoy me han venido a la mente los besos… Los que me dieron y di con 14 años… Y los que seguí dando y recibiendo en los siguientes años... Y no hay comparación.

Por mucha pasión, por mucha intriga y ganas de descubrir que hubiera en los primeros besos de una adolescente de 14 años… No hay comparación.
Por mucho deseo que hubiera en los besos de los 18 años… No hay comparación.
Por mucha ansia que existiera en los besos de los 20 años… No se puede comparar.
Por mucho amor que viviera en los besos de los 27 años… No hay comparación.
No hay comparación ni con el primer beso de los 33 años ni con el que me diste anoche…
No hay comparación...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah, el amor!!
El tiempo que dura es eterno y el tiempo en que no está... también se hace eterno.
Enhorabuena por el tuyo.
Y que te dure.

Anónimo dijo...

Eso.

Secundo la moción con emoción.

Arwen dijo...

Gracias, Antónima, seas quien seas. Y, sí, durará. Bienvenida.
¿Cuál moción secundas, micro? ¿La de que dure? ¿La de su eternidad?...

Anónimo dijo...

La moción completa. Incluído el "ah, el amor".